domingo, 2 de enero de 2011

1- Antígona.

Te escribo esta carta a pesar de que no la leerás, ya que estas en el mundo de los muertos y es imposible comunicarme contigo, pero tal es mi miedo en este momento, padre, que necesito dirigirme a ti al escribir estas palabras.
Te he sido fiel, te acompañé al exilio y, a tu muerte, regresé a nuestra ciudad, a la ciudad en la que un día fuiste rey, Tebas.
Mis dos hermanos Eteocles y Polinices se encontraban en una disputa para ver quién seria de los dos el próximo rey de Tebas, y pactaron que ambos serían reyes, turnándose el trono periódicamente.
Pero tu hijo Eteocles no quedó satisfecho e intentó quedarse con el trono. Polinices reunió un ejército e hicieron una gran batalla en la que, desgraciadamente, murieron ambos.
Mi tío Creonte decidió ocupar el trono, enterrando a Eteocles como un rey digno y a Polinices como si fuera un traidor, sin hacerle los rituales característicos de los entierros griegos.
Padre, no entiendo cómo los dioses han podido permitir tal desgracia. ¿Cómo ha osado Creonte a manchar tanto la memoria de mi hermano, Polinices?
Estoy sola, padre. He hablado con mi hermana Ismene, que aparte de mi novio e hijo del tirano Creonte, Hemón, es la única persona que tengo en este mundo de los vivos.
Le he ofrecido acompañarme a enterrar como es debido a nuestro hermano, porque no se merece tal humillación, y el miedo hacia nuestro tío Creonte ha podido con ella y ha decidido no acompañarme.
Pero yo voy a hacerlo, padre. Voy a honrar la memoria de mi hermano, de tu hijo, tal y como se merece.
Se que tengo la muerte muy cerca, podría encontrarme contigo muy pronto.
Pero voy a hacerlo, voy a enterrarle como es debido.

Antígona

1 comentario:

  1. ¿A quién ponemos la nota por este trabajo?
    Cuidado con las faltas de ortografía, descuentan nota.

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Pensamientos griegos