domingo, 10 de enero de 2010

CUARTA ENTRADA: fueron felices y comieron perdices



Todo iba bien, la felicidad no parecía llegar al fin, todo era perfecto y estaba perfectamente cada cosa en su lugar, los niños crecían aprendiendo cada día cosas nuevas, jugaban entre ellos, se divertían, la nodriza siempre pendiente de ellos, el pedagogo les enseñaba en su tarea de aprender , mi mujer estaba radiante, era perfecta, me entendía, me quería, me comprendía en todo, era atenta conmigo y vivía por y para mi, Creonte, rey de Corinto, cada vez era más amable conmigo y por ende, con mi familia, nos hacia sentir como uno mas de su familia y teníamos muy buena relación con sus hijos y yo… seguía igual que siempre, deseando que todo se mantuviera igual y que nuestra felicidad se prolongara en el tiempo.

Lo cierto es que no fue así, empezaron a surgir problemas en mi matrimonio, pequeñas discusiones que se solucionaban instantáneamente, pero que poco a poco iban deteriorando nuestro matrimonio, perjudicando así a nuestros hijos.

Yo quería que todo se solucionara, pero la verdad es que no hacia nada para conseguirlo, cada vez pasaba menos tiempo con mi familia y buscaba excusas para que así fuera, la hija del rey empezó a tener más relación conmigo, era una mujer espectacularmente hermosa, cualquier hombre suspiraría por ella, pero pocos llegarían a conseguirla, la verdad es que empezó a insinuarse, me enviaba mensajeros con propuestas tentadoras que me costaba rechazar, lo cierto es que no quería caer en las tentaciones de aquella mujer, pero surgieron rumores y las cosas en mi familia empeoraban cada vez más y con mayor rapidez, yo me sentía mal, estaba cansado pero tampoco hacia nada, asíque decidí hacer algo.

Algo que cambiaria mi vida y mejoraría mi matrimonio, decidí cambiar de patria, y así lo hice cogí a mi mujer a mis hijos y a todos nuestros criados y nos fuimos muy lejos, donde ningún rumor perturbara nuestra felicidad, cierto es que funciono.

Funcionó de tal manera que tuvimos otro niño y la felicidad se instauró de nuevo en nuestras vidas, sin temerle al tiempo.

1 comentario:

Pensamientos griegos