¿Cómo osa deshonrarnos así a nosotras, a mi hermano y a los dioses? ¡Déspota! Impone su voluntad, la que hace llamar gobierno, anteponiéndola a las tradiciones que siempre nos han regido, pues yo no voy a ceder, no voy a agachar la cabeza y callarme mientras el cadáver de mi hermano queda desamparado, hay un castigo peor que el que me depara desobedeciendo a Creonte, el que me deparará si desobedezco a los dioses, las costumbres y a mí misma.
Sí, seré culpable por desobedecer la ley, y lo seré también si la cumplo y sigo un mandato injusto. Fui lazarilla de mi padre, le acompañé en su exilio y en su muerte, lo he dado todo por esta familia condenada y lo seguiré haciendo, aunque por enterrar a Polinices tenga que entregar mi vida… Sé que seré bienvenida en los infiernos.
Juan Carlos Vílchez
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