Creonte por miedo de que pudiera asesinar a su hija por haberse comprometido con mi amado me desterró y me obligó a abandonar esta patria después de yo haber abandonado a los míos y de no tener lugar donde refugiarme y poder darles un bienestar a mis hijos.
Finalmente después de mentir, diciéndole que me alegraba que se casaran y que fueran felices le pude convencer para quedarme al menos un día más en Corinto, pero con una condición moriría si a mi o a mis hijos nos diera la luz de la antorcha del sol que luciría mañana. Pero me daba tiempo suficiente para llevar a acabo aquella venganza que tanto deseaba.
Mis grandes enemigos los cuales quería acabar con ellos eran: el rey de Corinto, su querida hija, y Jasón aquel que provocó toda esta furia.
Le dediqué mucho tiempo a la forma en que los iba a asesinar ya que no era fácil pero aparte de eso no quería que descubrieran que había sido yo para poder rehacer mi vida y solo lamentarme yo misma de lo que había sucedido pero nadie más.
Patricia
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