miércoles, 29 de diciembre de 2010

Carta de Antígona

Amado Hemón,

No sé si algún día recibirás esta humilde carta. Creonte me ha encerrado en el mausoleo de mi familia con un poco de comida ha esperar mi muerte, pretendiendo derrumbar mi inmutable fe en Hades, y las sagradas leyes divinas sobre las cuales el se muestra superior.

Y sinceramente, casi lo ha conseguido. El mismo guardián que me entrego ante tu mezquino padre, me ha seguido hasta este edificio, lugar donde por siempre yaceré. Ahora esta redactando mis últimas palabras cuyo objetivo y destinatario me son desconocidos. No sé realmente porque te la dirijo a ti; si es para desahogar mi corazón de aquello que no te he podido decir, o quizás porque eres la persona a la cual me place más dedicarle mis pensamientos.

Intento consolar a mi alma, pensando que quizás sera mejor la vida eterna, que esta vida terrenal llena fatales desdichas. Puede que a partir de este acto suicida, por fin descanse en paz. Siento un nudo en mi garganta mientras saladas lágrimas resbalan por mis mejillas. No aguanto un segundo más viva, en este funesto mundo.

Me despido de los cálidos y brillantes rayos de sol, de la brisa, de las flores, y sobretodo de ti mi amor.

Siempre tuya, Antígona.
























Andrea Sánchez Roca, 1º Bachillerato A


2 comentarios:

  1. Cuidado con la ortografía, parece que alguna hache se ha equivocado de sitio :(
    Qué difícil para Antígona tener como amado a Hemón, ¿no crees?

    ResponderEliminar
  2. Me gusta hablar de amores imposibles, es la parte que más me llamó la atención de toda la obra y por eso fue mi primera carta.
    Lo que más me gustó fue el final, con un toque poético.

    ResponderEliminar

Pensamientos griegos